¿Un disco de canciones y composiciones elegidas por un pianista de música clásica como mejor álbum del mes? ¿Con piezas de Rachmaninov o Bach en la selección? ¿No será una de tantas compilaciones al uso? ¿Me vais a meter un chorreo de chill out para relajarme mientras estoy en la piscina del suegro, la playita o delante de un pino en la montaña? Buenas y razonables dudas…
Señalar un recopilatorio como el disco elegido del mes deja en muy mal lugar el actual panorama musical de novedades o mi credibilidad como ‘selector’. Bien no hablaré mal de mi oído musical a día de hoy. Todo puede llegar en el futuro. Pero si les diré que muchas veces es mejor dejarte llevar por el gusto de alguien en el que confías, de alguien que seguro que te recomienda un buen concierto, de alguien con el que te irías a su casa si te dice que tiene buena música que compartir. Y dejar de volverse loco porque te atosigan con el nuevo disco de tal o de cual, con las novedades de las referencias musicales que sigues o con el tweet del de turno que ‘asegura que estamos ante lo mejor de los últimos años’. Cansa, ¿verdad?
Seguro que alguna vez seguiste a quien creías y viviste uno de tus mejores momentos. Otras veces habrá sido una de las peores decepciones. No te preocupes, esta vez el éxito está garantizado.
Si eres un mínimo consumidor de discos y has ido alguna vez a Londres, dudo que no hayas pisado alguna de las tiendas de Rough Trade. Iglesia de fieles discomaniáticos, peregrinaje de ‘indies’ de toda condición, meca de los que salivan buscando en las cajas de vinilos y mito de todos los que han hecho realidad o han soñado con tener una tienda de discos. Incluso, modelo más buscado de bolsa de tela entre el público de los principales festivales de música. Yo mismo pensé que había visto a Dios y la virgen María cuando – esas casualidades maravillosas de la vida – sus fundadores aparecieron en una de las ediciones del festival Vallsonora, cuando todavía formaba parte del equipo organizador.
Pues sí, ese lugar de peregrinaje e inspiración discográfico, que se ha ganado fama y prestigio con su selección de compilaciones anuales o temáticas, ha inaugurado una nueva serie de recopilatorios bajo del nombre ‘Behind The Counter’. La idea es que un artista hace una selección de temas de discos que se puedan encontrar en la tienda y ofrecerlos juntos en formato vinilo y CD.
Ya os decíamos que confiarais en el guía musical de la propuesta. Si la elección de canciones viene bajo el sello de Rough Trade, lo tenemos casi todo ganado. Ahora sólo hace falta saber el gusto del que se pondrá detrás del mostrador. Y en un nuevo toque de genialidad, la tienda de discos inglesa no se lo planteó a una estrella del indie o de la electrónica. Va y deciden que la cinta de inauguración sea cortada por Max Richter.

El compositor y pianista británico Max Richter, de formación clásica pero con experiencias contemporáneas y electrónicas.
Conocido en los ambientes clásicos por haberse atrevido a reinterpretar las ‘Las cuatro estaciones’ de Vivaldi – “vaya osadía”, gritaron muchos escandalizados -. En órbitas cinéfilas por sus bandas sonoras de películas, como Vals con Bashir, o series de televisión como Black Mirror o The Leftlovers,y en esferas electrónicas por colaboraciones con Roni Size o Clark. Su última aparición fue para proponer un sueño musical de ocho horas llamado Sleep.
Así que toda esta amalgama de influencias, herencias, aprendizajes y osadías, están presentes en este recopilatorio de 33 temas en vinilo y 36 en CD. Aparecen Aphex Twin, Mogwai, Godspeed You! Black Emperor o Boards of Canada. Lo que el mismo Richter define como “sus nuevos descubrimientos”. Y, como no, nombres que al mundo rockero, electrónico o indie, le sonarán a chino, pero que permiten zambullirse en el mundo clásico con absoluta devoción: Handel, Rachmaninov, Schubert, Steve Reich, Alexander Scriabin o Philip Glass.
Y además, personalmente, me ha permitido descubrir artistas como Let’s Eat Grandma
– dos chicas inglesas que son la reencarnación de Björk – o Rachel’s – una maravilla de banda post.-rock americana ya desaparecuda -.
Una selección hecha a conciencia – podéis leer tema por tema sus justificaciones – que se convierte en un viaje enriquecedor para el que ame la música. Tiene mucho de sedante, pero Max Richter no te permite descansar si quieres disfrutar plenamente de un hermoso ejercicio de pedagogia musical. Toda una clase magistral.
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